El estrés aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda principalmente porque facilita la aparición de contracturas musculares, pero además porque disminuye el umbral del dolor y suele ir acompañado de una actitud negativa ante ese dolor. Lo ideal es resolver la situación que provoca el estrés, pero también se pueden contrarrestar sus efectos realizando alguna actividad física y siguiendo normas de higiene postural.
El estrés es uno de los factores que aumenta el riesgo de padecer dolor de espalda, pero se pueden tomar medidas para evitarlo y controlarlo.
Índice de contenidos.- ¿Qué aumenta el riesgo de dolor de espalda en las personas estresadas?
- ¿El dolor de espalda puede tener consecuencias negativas para la persona estresada?
- Factores que facilitan la aparición del dolor de espalda, además de la contractura muscular.
- ¿Qué hacer para prevenir y tratar el dolor de espalda en las personas estresadas?
¿Qué aumenta el riesgo de dolor de espalda en las personas estresadas?
Aunque los estudios realizados para medir este efecto han tenido resultados contradictorios, se acepta que el estrés altera el estado de los nervios que controlan el estado de músculos, facilitando su contractura. En esa situación, la contractura muscular puede aparecer ante esfuerzos musculares muy pequeños, o incluso espontáneamente, y desencadenar episodios dolorosos.
El estrés también podría interferir en la coordinación de los distintos grupos musculares que participan en el funcionamiento de la espalda. En condiciones normales, los distintos grupos musculares que participan en el funcionamiento de la espalda, como los abdominales y la musculatura paravertebral se coordinan entre sí para mantener una postura o conservar el equilibrio en el movimiento. Esta coordinación depende de reflejos nerviosos. El estrés podría afectar la coordinación de estos reflejos, provocando que la musculatura se contrayera inadecuadamente o a destiempo, lo que facilitaría su contractura. La facilitación de la contractura muscular parece ser el mecanismo fundamental por el que el estrés facilita la aparición del dolor de espalda, pero también pueden participar otras causas.
Factores que facilitan la aparición del dolor de espalda, además de la contractura muscular.
- Por las estructuras nerviosas que se activan cuando hay estrés, éste también puede disminuir el umbral del dolor, haciendo que su intensidad se perciba como mayor de la que realmente es.
- El estrés puede facilitar una actitud ante el dolor que aumenta el riesgo de que éste aparezca o persista más tiempo. Esta actitud se caracteriza:
- Por la catastrofización del dolor, al asumir que el dolor va a persistir y va a limitar la capacidad y calidad de vida de forma permanente.
- Por el miedo al dolor y la reducción de la actividad, así como por el abuso de la medicación sintomática y la interrupción de las tareas que provocan el más mínimo aumento del dolor o, incluso las que no lo provocan pero el sujeto cree que pueden causarlo.
- Por la escasa confianza en sí mismo para controlar el dolor y la incapacidad que conlleva, y la transferencia a terceros médicos u otros profesionales sanitarios de la responsabilidad de hacerlo. La confluencia de otros factores de riesgo en las personas estresadas, como el sedentarismo, la falta de actividad y la mala forma física.
¿El dolor de espalda puede tener consecuencias negativas para la persona estresada?
Habitualmente, no. Aproximadamente el 80% de la población sufre dolor de espalda en algún momento de su vida, y la inmensa mayoría padece estrés de manera ocasional, periódica o constante. El dolor de espalda puede ser una molestia más para la persona estresada, pero el padecerlo no tiene más consecuencias negativas que las propias molestias que depara.
Sólo en personalidades predispuestas puede desencadenar pautas de comportamiento psicosomáticas (en las que el sujeto aprende a convertir los conflictos psicológicos en síntomas físicos), hipocondríacas (en las que se convence de sufrir afecciones físicas que no padece realmente -e incluso cree percibir sus síntomas-), u obsesivas (en las que su dolor de espalda se convierte en el centro de su vida).
Por otra parte, si el estrés se mantiene mucho tiempo y va desencadenando episodios de dolor de espalda con cada vez mayor frecuencia y duración, puede llegar a cronificarse el dolor. Un mecanismo neurológico puede explicar que cuanto más dura o se repite el dolor de espalda, mayor sea el riesgo de que se cronifique por sí mismo, con independencia de cuál sea la causa que lo desencadenara inicialmente. Este proceso es más probable y rápido si al aparecer el dolor se hace reposo y se reduce la actividad física.
¿Qué hacer para prevenir y tratar el dolor de espalda en las personas estresadas?
Evidentemente, lo primero que se debe tratar es el propio estrés, resolviendo las situaciones que lo provocan para reducirlo cuando eso es viable, o aprendiendo a vivir con él y manejarlo de la forma más sana cuando no lo es. Con ese fin existen técnicas psicológicas eficaces. Cuando las situaciones estresantes son puntuales también se puede valorar el uso transitorio de psicofármacos, como ansiolíticos, bajo supervisión médica. Desde luego, si está frecuentemente estresado conviene que consulte a su médico, psicólogo o psiquiatra.
Medidas para reducir el impacto del estrés en la salud de la espalda:
- Mantener el mayor grado posible de actividad física. Además de ser eficaz para prevenir el dolor de espalda, la actividad física regular puede contribuir a derivar el estrés y minimizar su impacto. Puede ser tan sencillo como acostumbrarse a ir andando en algunos desplazamientos cotidianos, en vez de ir constantemente sentado en coche, autobús o metro, o subir cada día algunos pisos a pie, en vez de usar siempre el ascensor. Si es posible, es todavía mejor practicar algunos deportes aeróbicos, como correr o nadar. 20 ó 30 minutos a días alternos ya comienzan a marcar una diferencia apreciable. Si va a iniciar la práctica habitual de un deporte, es conveniente que consulte antes a un médico para valorar su situación general y que cumpla con las normas de higiene postural en el deporte que permiten hacer casi cualquiera de ellos reduciendo el riesgo para su espalda.
- Conocer y cumplir las normas de higiene postural que le enseñan cómo adoptar las posturas y movimientos propios de la vida cotidiana de la forma que conlleva menor carga para la columna vertebral y su musculatura, y que reduce el riesgo de que se contracture.
- Mantener y desarrollar la musculatura de la espalda. El entrenamiento de la musculatura implicada en el funcionamiento de la espalda disminuye el riesgo de que se contracture. Si se practican correcta y asiduamente, algunos ejercicios aeróbicos, como la natación, pueden ser suficientes para mantener en buen estado la musculatura de la espalda y el estado físico general. Los programas de ejercicios específicos para la musculatura de la espalda, sólo son eficaces sobre esos grupos musculares y no sobre el estado general, pero requieren menos tiempo y se pueden alternar con ejercicios aeróbicos cuando las disponibilidades de tiempo lo permiten.